DESDE LAS TRINCHERAS: Querida Inés 2
Querida Inés, en primer lugar, enhorabuena por el nacimiento de su pequeño Alex, pero dicho esto, me veo en la obligación de volver a decirle, querida Inés, que no era el momento.
Querida Inés, en primer lugar, enhorabuena por el nacimiento de su pequeño Alex, pero dicho esto, me veo en la obligación de volver a decirle, querida Inés, que no era el momento.
¿Dónde están aquellos que defendían las protestas –esos famosos scratches– contra los políticos? ¿Dónde están ahora Pablo Iglesias y el resto de Podemos? ¿Dónde está Rita “sin tetas no hay paraíso” Maestre? ¿Dónde? Ah, claro, en sus viviendas, escoltados por la policía. Esa policía a la que, no hace demasiado tiempo, alentaban a las masas –sus masas– a patear cuando se encontraran en el suelo y desarmados.
A nadie le sorprenderá si digo que todo el drama del Covid-19 le ha venido de perlas al gobierno social comunista de España.
Cuando le escribía a la querida Inés diciéndole que no era el momento de prorrogar el Estado de Alarma en España lo hice precisamente por razones como esta y otras, si cabe, incluso más graves. Igual podría haber escrito un “querido Pablo, no era el momento”, pero creo que el concepto quedaba implícitamente expuesto.
Siempre he defendido que es necesaria una izquierda en España. Una izquierda decente, luchadora y coherente. ¿Por qué? Sencilla cuestión, porque el mundo no es negro o blanco –o azul y rojo, si lo prefieren–, sino que está compuesto de una miríada de matices grises. Quizá esa sea la razón por la que nunca he pertenecido a la militancia de ningún partido político. No me caso con nadie porque nadie se casa conmigo, entre otras cosas, y porque también tengo la mala costumbre de pensar por mí mismo y no duraría frente a la disciplina de partido ni dos telediarios.
Querida Inés, no es el momento. Con casi 26.000 fallecidos por el coronavirus en España –según cifras oficiales, según no oficiales más de 40.000– no es el momento de poner por delante los intereses partidistas. No envidio la situación que te ha tocado en suerte, querida Inés. Liderar un partido masacrado por los errores de alguien a quien le cegó la posibilidad de tocar sillón no es plato de buen gusto para nadie.
Llevo diez semanas de silencio. Diez semanas callado para no provocar. Diez semanas silenciándome –obligándome al silencio sería más correcto– porque en mi inocencia, pensé que era el momento de remar todos a una y que ya habría tiempo de criticar la nefasta gestión que el gobierno está haciendo de la crisis sanitaria del Covid-19 en España.
Atravesamos unos tiempos complicados. La rápida transmisión del virus conocido como Covid-19 ha causado una profunda desazón y una honda preocupación en todos los ciudadanos del mundo y, especialmente, en los círculos sanitarios que lo combaten estoicamente por todos nosotros.
Muchos son los temas que podríamos tratar sobre el Coronavirus, pero no es momento para ello. Ahora lo que toca es resistir, prestar oídos a las recomendaciones de las autoridades sanitarias y de los profesionales médicos. Son muy sencillas y útiles.
Como todos los años, queridos amigos y lectores, quiero desearos lo mejor de corazón, tanto a vosotros como a aquellos que os rodean.