DESDE LAS TRINCHERAS: La censura llama a tu puerta
Hijos de la democracia estamos dormidos. He querido recordar en algunas de las entradas anteriores que la democracia y, por ende, la libertad, no son gratuitas. En su día costaron sangre, sudor y lágrimas a muchos individuos, garantistas de las mieles de las que disfrutamos hoy.