Querida Pilar:
Usted no me conoce, estimada Sra. Rahola, pero, aún así, creo que debo escribirle estas palabras sobre las cuales, con toda probabilidad, jamás llegarán a posarse sus ilustres ojos de periodista abnegada.
Tuvo usted la fortuna de contar con un hueco en el espacio televisivo denominado La Noria, en Telecinco, como viene siendo habitual, pero, en esta ocasión, fue por un motivo diferente al que nos tiene acostumbrados: enfrentarse en un cara a cara con don Álvaro de Marichalar por haber increpado éste al Consejero catalán en una feria de turismo en la que Cataluña participó con independencia del resto de España, pero haciendo uso del dinero público de todos aquellos que usted, y otras personas como usted, desprecian. Podría entrar a debatir la sandez de la idea de nación catalana, pero no lo voy a hacer por respeto a quienes leen asiduamente esta web, dado que son personas instruidas y conocen la Historia de España. Podría entrar a debatir la ironía de que individuos entre los que podríamos clasificarla, defiendan la libertad de expresión, siempre y cuando lo que se exprese concuerde con sus intereses. En caso contrario, como estamos viendo, es mejor censurar y castrar como sistema preventivo.
Pues bien, dijo usted que, al llamar "pijo" al Sr. Marichalar, deportista español reconocido mucho antes de convertirse en concuñado de Doña Elena, infanta de España, no hacía otra cosa salvo definirle. A mí, que me gusta aprender de los mejores, me ha sido grato tomar nota de sus palabras y hacerlas mías para definir a su persona y a todos aquellos que, librepensadores, opinan como usted. Dada la tendencia que vivimos en la que el mundo tiende a globalizarse haciendo más válida que nunca la expresión de: "la unión hace la fuerza", yo diría que, siempre según sus palabras, si el Sr. Marichalar es un pijo y el cuñadísimo de una infanta de España, usted, Sra. Rahola, es una cateta, y no me refiero con ello, obviamente, a las personas de bien que trabajan en los campos de sol a sol, algo que, imagino, habiendo sido usted política, a buen seguro desconocerá. Al trabajo en el campo me refiero, por supuesto. Y le llamo cateta, mucho cuidado, con todo el respeto y sin ánimo de faltar, sencillamente, suscribiendo sus palabras, por definirnos cada uno y saber el lugar que nos corresponde.
Suyo afectísimo, el que suscribe,
Iván Martínez Hulin.
P.D.- A título informativo, le diré que la Virgen del Pilar, cuyo nombre lleva usted galantemente, es la patrona de la Hispanidad. Como verá, tampoco se me ha escapado esta ironía.
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Esta mujer da pena. No sé
Totalmente de acuerdo con lo