La Ley Anti-Tabaco es la excusa que nuestra excelsa Ministra de Salud ya ni tan siquiera se molesta en ocultar y sirve nada más que para encarecer un producto y poner en jaque las economías de los fumadores en favor de las arcas del Estado, este Estado que sigue siendo uno nada más que para lo que conviene e interesa al Ejecutivo de turno.
La Ley Anti-Tabaco viene a ser como los radares de la Dirección General de Tráfico que, amparados en la buena voluntad de mantenernos a salvo, no sirven más que para poner multas y sacar una buena tajada del españolito de a pié.
Hace mucho que dejé de tener esperanzas en los políticos de uno u otro signo. Hace mucho que las ideologías sólo sirven para comprar votos, lejos de ser respetadas y avaladas por un partido o por su contrincante. Hace mucho que España sufre una bicefalia sin alternativa posible o aparente, por ello, hace mucho que dejé de votar según mis preferencias, algo que, de por sí, ya resulta tremendamente complicado para alguien que cree en la política social, que se considera liberal para algunas cosas y conservador para otras.
Total, que en este desaguisado que nos han montado y que todos aguantamos como corderitos carentes de espíritu que esperan a ver por dónde los lleva el pastor de turno, nos encontramos con que la crisis, tan traída y llevada, ha hecho mella en las arcas del Estado. Y claro, ¿qué se puede hacer cuando contamos con un índice de paro indecente, con problemas económicos a diestro y siniestro? Nada de eliminar los coches oficiales, rebajar los sueldos de sus señorías o renunciar a las dietas. ¡Vive Dios! ¡Faltaría más! Tampoco se puede establecer un sistema por el que el Sr. Botín y su cohorte de iguales paguen más que el pobre trabajador asalariado. ¡Hombre por favor! ¡Hasta ahí podíamos llegar! ¿O es que no sabéis todos vosotros que la crisis también les ha tocado de cerca? En lugar de embolsarse 4.000 millones de euros, los pobres míos sólo han ingresado 2.000 y pico. Es lo que tiene la crisis. Que unos no pueden comprarse ese rascacielos que tanta ilusión les hacía y otros pierden la vivienda familiar que no pueden pagar.
Y en medio de todo este meollo que no tiene visos de arreglarse pronto –podéis consultar con cualquier economista que tenga dos dedos de frente si no me creéis-, ¿qué hace nuestro Gobierno? Encarecer dos productos, uno de ellos que incluso me atrevería a tildar de esencial, para el Pepito de a pié, entre los que me encuentro: la gasolina y el tabaco. Desde aquí, mis más sincera gratitud.
La gasolina, ese artículo de lujo que sólo aquellos que poseen grandes cuentas utilizan. ¿Cómo? ¿Qué vosotros vais al trabajo en coche? ¡Pero qué desvergüenza! Con lo que contamina eso. Usad la bicicleta, hombre. Es una mejor alternativa, sin duda alguna, si la comparamos con el autobús, que no sé fuera, pero en mi ciudad cuesta el billetito 1,10 € -a la espera de que lo suban, porque estos también funcionan con gasolina, fíjese usted que cosas- y pasa cuando quiere, que tiende a ser la hora que no te conviene, casualmente. ¿Qué llegáis tarde al trabajo? Está claro. Echad la culpa a la subida de la gasolina. Y encima, adelgazaremos, porque es bueno caminar –no pretenderéis que os deje el bus al lado, ¿verdad?- Que buenos son nuestros gobernantes, que velan por nuestra salud.
Como podemos ver, la gasolina no nos afecta en lo más mínimo, claro está. Algo que tampoco afecta en lo más mínimo es el tabaco. Hay varios millones de fumadores en nuestro país –recordemos que la “píldora del día después” se va a poder adquirir en farmacias porque 5.000 usuarias la emplearon el año pasado. 5.000 de 44.000.000 de españoles. Vale, no todos son mujeres en “edad de”, pero, sea como fuere, no es una cifra significativa-. En cambio, ¿qué son unos cuántos millones de fumadores? ¡Pues está claro, hombre! ¡Unos cuántos millones a los que podemos sacar el doble de dinero!
Estoy hasta las narices de escuchar que es por el bien de la salud. De que le costamos al Estado miles de millones. Porque lo que no dicen esto engañachuflas es que de cada cajetilla de tabaco que se vende en este país se pagan más del doble de su precio en impuestos. Una cajetilla no llegaría al euro cuando pagamos por ella casi tres, en el mejor de los casos y tres y pico en el peor. ¿A quién quieren engañar, melindres y bondadosos protectores de la Libertad? Desde luego, a los españoles no, porque no somos idotas. Y digo más, si el pueblo llano, que es quien mantiene el estilo de vida de sus señorías, no está de acuerdo en pagarme un tratamiento contra el cáncer, si es que tengo la mala fortuna de tenerlo el día de mañana, yo no quiero pagar el helicóptero que rescata a los montañeros que se han quedado atrapados en una cumbre cualquiera. Mantener un helicóptero en vuelo cuesta la friolera de cerca de un millón de las antiguas pesetas por cada hora. ¡Pues no haber subido a la montaña, panda de tarados! ¡Ah! ¡Espera! Que no, que decir eso no es políticamente correcto. Por supuesto que no. Porque tanta libertad debería tener para partirse la crisma aquél que disfruta realizando deportes de riesgo, como aquél que gusta de fumar un pitillo entre horas. Pero ese es nuestro mayor problema… se nos muere la Libertad –así, con mayúsculas-, por mucho que nos vendan lo contrario.
Tanto tiempo pasaron nuestros padres y abuelos en un puño que abrazamos enseguida la mano abierta sólo para descubrir que era un engaño. La pura realidad, esa de la que todos nuestros políticos son conscientes pero que jamás dirán de viva voz, es que el ser humano es un asno que requiere de miles de normas, reglas y leyes para poder vivir. Normas, reglas y leyes que coartan su libertad. Pero, al fin y al cabo, normas, reglas y leyes que se inventaron para regir nuestra convivencia. Dado que ellos mismos se han encargado de matar los ideales, de destruir los nobles valores, necesitan algo para poder sustituirlos. Y así nos encontramos, con cosas tan lógicas como los bautizos civiles. Manda huevos, que diría su ex-señoría. Pero, desde cualquier punto, esas reglas que pretenden regirnos no pueden, ni debería permitirse que se emplearan, para constreñir nuestra libertad y ahogar a los ciudadanos.
Impuestos y más impuestos, tasas, retenciones sobre nuestro dinero ganado, pagar al Estado por comprar un piso, un coche, hasta un caramelo… incluso por emplear las carreteras y los parkings que se construyen gracias a nuestros impuestos… ¿¡Pero dónde demonios estamos!? ¿En la antigua Roma? Anda, claro. Ya decía yo que me sonaba eso de pan y circo.
Otra de las excusas más utilizadas y que de más mala leche me ponen, todo hay que decirlo, es esa de que el tabaco sigue siendo más barato en España que en el resto de Europa. Oye, que va a ser verdad, que piensan que somos gilipollas perdidos. Pues sí, el tabaco en Europa es más caro, indudablemente, como el alcohol. Que no todo lo demás, señores. Ojo. Que se puede cenar en un buen restaurante de París –ni más, ni menos- por 30 € por persona. Sorprendente, ¿verdad? Los precios se han equiparado tanto, que el turismo ha descendido. Y lo más gracioso es que todos se preguntan por qué. Muy sencillo, porque antes, para el turista era un chollo venir a veranear a España. En la actualidad no. Así de fácil. Y aquí es donde viene el meollo de la cuestión. El tabaco y algunas otras cosas, son más caros en Europa que en España. Pero es que el sueldo de un funcionario medio en Francia –país que me toca de cerca- es de 2.400 €. Así, que me pongan la cajetilla a 5 €, que prometo no protestar, porque ganando novecientos y con el paquete a tres… la cosa cambia, ¿verdad?
En fin, señora Ministra. Que tiene usted razón. Que gracias a esta subida, esperan embolsarse varios miles de millones de euros más. Diga usted que sí. Con dos cojo… con dos ovarios –disculpe el Ministerio de Igualdad, no sea que me metan un puro o pura-.
En definitiva, deberíamos correrles a gorrazos desde el Mediterráneo hasta sacarlos por los Pirineos a todos. A ver si de una vez, aprenden lo que vale en la calle un café o lo que le queda de pensión a una viuda.
Termino ya con este artículo que pretendía versar sobre los despropósitos y la desvergüenza general de nuestros políticos y sus leyes “justas” que jamás atentan contra la libertad, porque está engordando peligrosamente y ya sabemos que no es saludable. Además, yo estoy a punto de infarto y no quiero que el pueblo español cargue con mi factura de hospital. Faltaría más.
Progre sí, pero progre sano, qué demonios. Pues por mí y por mi libertad, ¡váyanse todos ustedes a la mierda, señores!
He dicho.
P.D.- Me hago único responsable de las opiniones vertidas en este artículo. Simplemente he aprovechado este foro que es vuestro, y mío, para poder expresar mi frustración, rechazo y clara protesta ante los hechos descritos.
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Bueno, ya que nos ponemos en
Bueno, ya que nos ponemos en modo protesta vamos a decir unas cuantas cosas claras.
Lo primero que me gustaría decir es que no debería sorprendernos a estas alturas las actuaciones de este gobierno. Después de tantas cosas todos estos años, encaminadas en su mayoría a tener contentas a las minorías y captar esos votos tan útiles a sus retorcidos fines (permanecer en el poder), no deberíamos extrañarnos de nada. Porque, no nos engañemos, tanto unos como otros ansían tener el poder, el poder para hacer y deshacer a su antojo. Porque no hay nada que más colme el ego de los llamados políticos, que el hecho de tener en su poder el destino de todos los que los padecemos. Y además, no hay que olvidar que estando en el poder se llenan los bolsillos. Sí, se llenan los bolsillos con nuestro dinero, puesto que su salario lo pagamos nosotros, pero además se llenan los bolsillos con los trapicheos, por supuesto no siempre legales, que se traen entre manos.
¿Por qué?, sencillo, porque el poder corrompe. Y lo peor de todo es que según está estructurada nuestra sociedad siempre habrá alguien con poder sobre otros (poder para otorgar un concurso, poder para decidir quién es o no apto a un trabajo, etc.). Poder, poder, poder…. Dale poder a un hombre y descubrirás cómo es realmente.
Pero tampoco podemos echarle la culpa sólo a los políticos. En realidad todos somos así, en general, sin particularizar, podríamos decir que todos en su lugar habríamos hecho lo mismo. Seguro que hay excepciones, y muy probablemente no habría sido ni el primer ni el segundo año de llegar al poder, pero la realidad es que quien se instala en el poder, cuando se acostumbra a él y piensa que será un estado perpetuo… entonces es cuando las personas empiezan a corromperse. No obstante, poderoso caballero es don dinero. Ese vil metal es el que hace que las personas se vendan, que trafiquen con el bienestar general, que hipotequen el futuro de todo un país.
Por supuesto que no son sólo los políticos, también los funcionarios con poder, los dirigentes de grandes empresas (y no tan grandes). Toda esa clase de gente a la que no le importa ni un comino cómo están los demás, todos esos son a los que hay que pedir responsabilidades. Pero claro, por encima de todos la responsabilidad está en los políticos, porque son ellos los encargados de hacer las leyes, que se suponen deben ser equitativas y las encargadas de eliminar las diferencias en la medida de lo posible, pero eso no deja de ser una utopía.
Pero vamos, o nos levantamos todos o nada cambiará. Y como es poco probable que la gente se levante, al menos digamos las cosas claras. Porque todos son iguales, ni el partido socialista hace una política socialista ni el partido popular una política de derechas, eso son sólo etiquetas que les conviene mantener (a unos más que a otros) por aquello del voto cautivo (signo inequívoco del poco nivel cultural de un país). Y es por esto último por lo que creo que éste si puede ser un buen lugar para hablar de esto.
Desgraciadamente en este país casi tercermundista en el que vivimos ni siquiera sabemos ver cuándo nos están tomando el pelo y no sólo eso, sino incluso engañarnos descaradamente. Y sí, que nadie se asombre, sé de lo que hablo. En este país se ha votado por segunda vez al mayor mentiroso de la democracia. Yo soy economista, aunque no me dedico a analizar la coyuntura económica de los países, y sabía que esto iba a pasar. Nadie puede pedirle a un economista que prediga el futuro. Si pudiéramos hacerlo… en fin, dejemos eso. Pero sí se puede pedir que hagamos todo lo posible para anticiparnos las cosas, y esta crisis se veía venir (y si lo ví venir yo, que no me dedico a ello, no me creo que el señor ministro de economía, por muy inepto que sea, no lo viera venir) y nos han engañado, negándolo hasta el final, haciendo pensar en que a España no le iba a afectar porque estábamos preparados (con un superávit en las arcas públicas que el señor Zapatero de encargo de dilapidar en sólo tres meses). Embusteros en definitiva, y de primera categoría. Y la razón de que todo haya ido a peor es que la mayoría de personas que viven en este país se han creído sus mentiras (y otros lo tenemos que aguantar por ello). ¿por qué? la respuesta es sencilla: incultura y poco hábito de raciocinio.
No es un secreto que España está entre los países con menor nivel de lectura de la UE, y tampoco lo es que no hemos quedado precisamente bien en el informe sobre el nivel educativo elaborado por la OCDE. En resumen, estamos consiguiendo formar generación de incultos y mutilados mentales que se guían por lo que les dicen, por la publicidad, por las modas, en definitiva, que se dejan llevar cual rebaño de ovejas.
La solución es sencilla, el fomento de la lectura, los libros, ese objeto olvidado que en muchas ocasiones ha pasado a ser un simple elemento decorativo y en otras muchas sólo sirve para coger polvo. En los libros está el saber, lo ha estado siempre desde los antiguos papiros de Egipto hasta las modernas enciclopedias. Los libros no sólo te llevan a un mundo de fantasía (que ayuda a fomentar la imaginación, la creatividad, la visión espacial de los objetos, y la abstracción), sino que también te acercan el conocimiento de personas que estudiaron, que pensaron o que investigaron antes que ninguno de nosotros fueramos siquiera un proyecto. Y no sólo eso, sino que leyendo podemos formar nuestra propia opinión, y lo podremos hacer imparcialmente, viendo los argumentos de unos y de otros. Eso, señores es lo que hace falta en nuestra sociedad. Se puede ser de derechas o de izquierdas, pero el de derechas sabrá que eso no significa ser un fascista y el de izquierdas sabrá que eso no significa ser del PSOE.
Para muestra un botón: La política social del PSOE consiste, como bien relata nuestro querido autor en su comentario, en aumentar los impuestos indirectos (que para los profanos en la materia diré, son aquellos que no tienen en cuenta la renta). Pues bien, esta política es justo lo contrario de lo que un partido realmente socialista haría, puesto que va en detrimento de las rentas más bajas a las que les es más dificil adaptarse al nuevo impuesto. Ese, señores es el partido socialista de opereta que tenemos en España.
Que los otros lo hicieron mal en su momento, puede. Ya hemos dicho que todos son iguales, pero me enerva que me tomen por tonto cuando justifican su incompetencia con los errores pasados de otros, y lo peor es que nadie se para a decirles: “señores, ya lo sabemos, por eso les votamos a ustedes, para que cambiaran las cosas, no para que se justificaran” Pero aquí nadie cambia nada porque no conviene. No les conviene, claro, porque si limitaran sus mandatos (como en EEUU) se les acabaría el chollo, porque si cada persona fuera un voto (al fin nos podríamos quitar de encima al chantaje nacionalista) también perderían poder, porque si en lugar de ser como Juan Palomo hubiera listas abiertas (cada uno pudiera votar al candidato que le saliera de los mismísimos y no al que va en cabeza de lista, como sucede en Gran Bretaña) también perderían poder. Aquí nadie se va a mover por nosotros (que bien verdad, y se supone que les pagamos por eso).
Sólo espero que algún día la gente se dé cuenta, aunque únicamente sea por lo escandaloso del tema, que no sólo nos están engañando, sino que además las diferencias entre ricos y pobres cada vez se hacen más acusadas, con o sin un gobierno socialista, manda webos.
A ver si espabilamos de una vez, aunque eso no pasará si no leemos, aunque sea, libros de fantasía como diario de un cazador que, dicho sea de paso, nos enseña lo que significa el sacrificio personal y lo que supone seguir tus convicciones hasta el final.
Tú lo has dicho, amigo, no
Tú lo has dicho, amigo, no yo.
En fin, habría mucho que discutir de estas y otras cuestiones, pero no vamos a alargar el debate.
Gracias por tu contribución.
Un saludo.
Completamente de acuerdo con
Completamente de acuerdo con el autor y con la opinión expresada por Nacho.
No te engañes, Iván Martínez, claro que es el lugar ideal para hablar de ello. Precisamente porque los periodistas se han vendido completamente, entregándose a la amante política de turno. Por tanto, queda en manos de los escritores, que siempre han tenido una tendencia librepensadora, defender la verdad y gritar con la voz de los callados o aquellos que han sido silenciados.
Como dice Nacho en su comentario, leer es culturizarse. Leer es romper las barreras del pensamiento establecido. Leer es esencial para el alma de un país, para sus gentes y para que los jóvenes se formen como personas con opinión propia e independiente, meditada y discurrida.
Desde aquí mi apoyo para que toques temas comprometidos como este y tantos otros que quedan por revisar, asuntos de los que nadie más se ocupa.
Genial inciativa.
Besos, Ana.
Pues sí, Ana, tienes toda la
Pues sí, Ana, tienes toda la razón. Yo ya tengo una maquinita de esas. Ja, ja, ja… El problema es que también han subido el tabaco de liar un 75%!!!!!! Una pasada, vamos, aunque el precio de algunos sigue siendo mejor que el paquete ya prensado y envasado. Las cosas como son.
En fin, a este paso, lo tendremos que dejar. Aunque sólo sea para que no se salgan con la suya de desplumarnos a todos los fumadores.
Gracias también a la otra Ana, a la que no tengo el placer de conocer y a Nacho por sus respectivos comentarios.
Y espero que tú te animes a seguir escribiendo, Ana Vélez, compañera y amiga con libro en el mercado, señores, que conste.
Bicos fuertes.
Totalmente de acuerdo, Iván.
Totalmente de acuerdo, Iván. Me sumo a tu cabreo.
Pero ante el cabreo, alternativas. Lo de la gasolina está un poco complicado de subsanar. Al fin y al cabo los precios de unas a otras apenas varían y, en el caso de esta subida, de nada sirve intentar vencer el monopolio de las tres más fuertes.
En cuanto al tabaco, me he pasado al tan mal visto para algunos tabaco de liar. Sí te arriesgas a que la gente se te quede mirando a ver qué fumas pero la diferencia de precio es considerable, por no hablar de que determinadas marcas son, supuestamente, de tabaco, tabaco. Es decir, sin disolventes orgánicos ni alquitrán de carreteras.
El otro día me fui a mi agencia de humo habitual y ¡Oh, sorpresa! Han sacado al mercado un recargador de cigarrillos que dan el aspecto del típico cigarro de siempre. Por supuesto mi madre ya tiene uno.
Muchos besos y a seguir adelante.
Bicos.