San Lorenzo, conocido popularmente en España por brindar su nombre al astro rey, ruge con furor y torna el verano en una época de calor tórrido y pocas ganas de menearse, salvo dentro de las apacibles olas del mar o, para aquellos con el infortunio de encontrarse tierra adentro, amparados por la caricia de las suaves aguas de una piscina, sucedáneo más que efectivo.
Algunos no conseguimos desprendernos del todo del deber y por ello, gracias a Mar Creativos, inauguramos el blog de mi próxima novela, Una Isla Llamada Utopía.
En el transcurso del tercer Cuaderno de Bitácora, comenté que había finalizado el repaso oficial del manuscrito. Ya queda menos para contemplarlo convertido en libro.
En lo tocante al blog, decir que irá adquiriendo contenido sirviéndose, como siempre, de vuestra inestimable ayuda. Sentíos libres de opinar, comentar o hacer cuanta petición os pase por la mente. Intentaré cubrirlas todas.
De momento, permitidme una pequeña disertación sobre el libro. Una Isla Llamada Utopía nació, de manera casual, cuando un profesor del instituto encargó a sus alumnos un trabajo de clase muy especial inspirado en el concepto de la utopía y todo cuanto su esencia refiere.
El trabajo se me quedó corto. Tenía tanto que contar, múltiples detalles por concretar y demasiados análisis que requerían un examen exhaustivo por mi parte, así que opté por elaborar una novela. Ya había realizado en el pasado algún intento de escribir un trabajo más extenso que un mero relato corto o un breve guión de cómic y deseaba perseverar en este camino.
Creo recordar que saqué una excelente calificación, pero aquellas palabras no serían sino las precursoras de algo mucho mayor que no tardaría en materializarse y que dentro de unos meses se encontrará en manos del público lector: Una Isla Llamada Utopía.
Amo todas mis obras por igual, algunos ya lo sabéis. Las amo como ama un padre o una madre a sus hijos, sin excepción, conociendo sus virtudes y siendo consciente de sus defectos. Pero Utopía es especial en más de un sentido.
Utopía significó el logro de terminar por primera vez una obra de gran calibre, una novela. De alguna manera, me ayudó a comprender mejor el mundo y espoleó mi capacidad para el análisis del entorno. También supuso un remedio, una reconciliación con los pesares que me torturaban aquellos años. Fue el primer alumbramiento de una trama compleja, la creación de multitud de personajes profundamente diferentes entre sí y el atrevido desarrollo de mi capacidad imaginativa puesta al servicio de la descripción para crear escenarios lejanos en un tiempo en que internet no era la gran herramienta que es hoy en día -y a las pruebas me remito-.
Por todas estas razones y algunas que se me escapan, me atrevo a decir que Una Isla Llamada Utopía es, sin lugar a dudas, mi obra magna.
Seguiremos informando.
Un saludo.
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