A ti, querido conductor suicida. A ti que has decidido quitarte la vida sin que yo alcance a comprender por qué y no se te ha ocurrido idea más original que la de enfilar una carretera en dirección contraria para estamparte contra el primer desgraciado que circulaba en el sentido correcto de la marcha. A ti, que no solo has segado tu vida, sino la de personas inocentes que no tenían intención de abandonar este mundo tan pronto. A ti, que has causado un daño humano, emocional, pérdidas irrecuperables y el desplazamiento de equipos de seguridad, sanitarios, de emergencias que, no solo impide que acudan a otros lugares donde quizá fueran necesarios, sino que además, cuestan una pasta a los contribuyentes. A ti, egoísta innegable, que has despreciado la vida de los demás, porque ya no sabías encontrar en la tuya motivación para continuarla. A ti, querido conductor suicida, al que califico de querido, porque comprendo que tienes familiares y amigos que, a pesar de todo, sentirán tu muerte y sufrirán por ella. Suficiente dolor has dejado como para aumentarlo con otros calificativos. A ti y a otros como tú, os recomiendo que la próxima vez que sintáis ganas de quitaros de en medio, os lancéis con vuestros coches por un precipicio y dejéis a los demás vivir en paz.
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