Muchos de vosotros, jóvenes del 2022, pensabais que la libertad, la dignidad y la honorabilidad eran gratuitas. Es normal. Habéis nacido y crecido en un período de larga paz, afortunadamente para vosotros. Pero esa paz, esa libertad y esa dignidad de la habéis gozado no eran gratuitas. Nunca lo fueron. Se pagaron con la sangre, el sudor y las lágrimas de varias generaciones. Algunos nacimos en paz también, pero tuvimos cerca el testimonio de la guerra, no solo del conflicto interno de España durante la Guerra Civil, sino de la Segunda Guerra Mundial. Quizá por ello éramos algo más conscientes de lo que podía suceder. Por eso somos conscientes de que la paz no es una meta, sino un camino y que su destino, desgraciadamente, no siempre es igual de pacífico.
Es a vosotros hacia donde el comunismo esgrimió sus mayores esfuerzos, porque es fácil revestir de palabras hermosas y de buenos fines las intenciones reales que siempre subyacen en su repugnante filosofía: el fin de la libertad individual y la colectivización de todo y todos. Que no os engañen: eso es el comunismo. Putin es el comunismo. Zelensky es la democracia. Así de simple.
Durante este tiempo de paz los comunistas no han estado ociosos. Se han encargado de enfrentar a hombres contra mujeres; homosexuales contra heterosexuales; negros contra blancos; derechas contra izquierdas; ecologistas contra conservacionistas…, todo ello con el fin de debilitarnos. Este es el resultado. Cuando han considerado que las democracias estaban débiles, han comenzado a sacar los colmillos y a dar dentelladas.
La libertad tiene un coste, queridos jóvenes. Nunca fue gratuita, porque muchos son sus enemigos.
Este es el momento de plantar cara. Este es el momento de gritar libertad y de unirnos en su defensa, porque si no lo hacemos todos a una, os aseguro que la perderemos.
Comunismo o democracia. Rusia o Ucrania. ¿Qué escogéis vosotros?
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