Os marchasteis y nos dejasteis un poco más solos; un poco más tristes.
Os marchasteis por una maldita pandemia que os arrasó sin piedad, ignorando vuestras cualidades, vuestras esperanzas, vuestras alegrías, vuestros anhelos y, sobre todo, ignorando lo amados que erais –que seguís siendo–; ignorando el gigantesco vacío que deja vuestra ausencia entre aquellos que ahora no pueden sino afrontar vuestra pérdida.
Os marchasteis y para algunos no sois más que cifras en un balance, números en un noticiario, gráficos en una estadística, porque prefieren ignorar que tras cada número, tras cada uno de vosotros, hay un español con nombre y apellidos. Un español que ha visto cercenado su futuro y que será amargamente llorado por sus familiares y amigos, que ya no podrán disfrutar de vuestra presencia.
No os olvidamos, queridos amigos, queridos desconocidos y compatriotas, sin embargo. No os olvidaremos y lloraremos vuestra desaparición, porque solo el azar nos ha librado de formar parte de la lista que, tristemente, tenéis la mala fortuna de engrosar.
Fuiste, sois y seréis nuestros 40.000 corazones.
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