Este asunto del 15-M y la plataforma Democracia Real Ya me da mucho que pensar.
Por una parte, se me inflama el corazón al escuchar menciones a la oligarquía, la lucha contra el bipartidismo insufrible que azota este país o el excesivo miramiento que nuestros políticos, intereses mediante, tienen con los bancos y tantas otras cosas con las que no puedo por menos que estar de acuerdo.
Por otra, la lógica me advierte que algo huele a podrido en Dinamarca, no, perdón, en Dinamarca no, desgraciadamente, mucho más cerca de lo que querría admitir.
¿Qué se reclama exactamente desde la plataforma y por qué precisamente ahora? ¿Son demócratas bienintencionados o encubren una maniobra política?
Me gustaría estar con ellos gritando en favor del cambio, pero no termino de fiarme. La democracia pro-activa es saludable, pero hay otra vía, la democracia participativa. Por tanto, si no puedo confiar en las intenciones de la plataforma, creo que el asunto está meridianamente claro. Nosotros tenemos el poder; siempre lo tuvimos: el poder de la papeleta, el poder de cambiar las cosas con nuestro voto. El domingo, votemos a la opción que votemos, lo hagamos el blanco, en verde, en rojo, en azul o en fucsia, lo importante es participar y apoyar a ese partido que, pensamos, puede suponer un cambio en la situación real de España.
Esta es mi conclusión
Saludos.
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Bueno, a ver, respecto al
Hola, Nacho. Gracias por tu
Hola, Nacho. Gracias por tu aportación a la web.
Desde mi punto de vista, tienes toda la razón. Muchos dicen que es legítimo que un ciudadano de una Comunidad Autónoma más pequeña posea un voto con mayor valor que el de una Comunidad Autónoma mayor. Como tú, tampoco estoy de acuerdo. De esta manera, lo que logramos es que los partidos minoritarios extorsionen constantemente al Estado. Y ahí radica la razón para que las cosas no cambien. Los principales partidos nacionalistas verían reducida su representación en el Congreso y el Senado (órgano inútil donde los haya), algo que no interesa a los interpelados, pero tampoco a los grandes partidos del país, que emplean estas franquicias del poder para alzarse victoriosos en los comicios mediante pactos que, en la mayor parte de ocasiones, representan unos compromisos imposibles de sostener (por no decir moralmente censurables).
Por otra parte, como españoles que somos todos, el voto de un español, sea soriano, logroñés o andaluz, debería valer lo mismo, porque de no ser así, ¿dónde queda el principio de igualdad que garantiza la Constitución? Es que, a fin de cuentas y aunque a algunos les pese, ¿no somos todos españoles? ¿No tiramos del mismo carro en similar dirección? No, por supuesto que no. El radicalismo de algunos debe primar sobre la voluntad de la mayoría porque así lo estiman los convenidos y los convenientes que saben dejarse querer, eso sí, con la sempiterna presencia de la soga en la garganta del Estado. Y así nos va.
Un saludo y gracias de nuevo.